martes, 22 de abril de 2014

Fragmento 5: Fin de la transformación, comienzo de mi confusión.

Paranoia Candy Blues - Boom Boom Kid



Me sería imposible relatar hechos cronológicamente. Tengo que recordar mucho. En realidad el recordar no me molesta, pero siento que el principio de esto que escribo, es el fin de mi vida como loser. Cuando empezaste a leer esto, tal vez por mera curiosidad, te hablé de una transformación, de cómo un loser se fue haciendo un prototipo de Casanova. Si te tengo que contar la verdad, fue en el momento que no era ni loser, ni “loser con onda”, que las situaciones me llevaron a sentirme un tipo que con palabras envuelve, hasta sin intenciones, a las mujeres. Eso desencadenó en pensamientos que me llevaron a empezar este “proyecto”. Adoro esa palabra. Decir “proyecto” da un status especial a lo que sea que quieras emprender, así sea una banda clandestina que se dedica a romper piernas por el sólo hecho del placer por el sufrimiento ajeno. Este proyecto comenzó en el final. Cuando me di cuenta de que no me costaba nada tener a una chica con la que simplemente hablaba; una compañera de la facultad, una conocida que no veo hace años, o simplemente una persona que llegó a mi vida por motivos random. De repente, todas las chicas con las que me fui relacionando se fueron haciendo más que compañeras o amigas, lo cual en un punto, si tengo que pensar en mi vida de loser, debería haberme puesto feliz, pero no es así. De un día para el otro todo cambió, no sé si a mi voluntad o por fuerzas que jamás entenderé, y que maldigo, sí, te hablo de destino nuevamente. Concretamente mi cabeza estalló, de buena manera, cuando recibí el beso de una chica, que no era precisamente la “chica de mis sueños”. Si bien, en un primer momento busqué un nuevo agujero donde meter mi miembro, cuando ella me besó fue el fin de mi propia concepción, de mi mirada sobre mí. No había hecho nada más que hacerla reír, jugar a hacerle cosquillas y de la nada me encontré en su casa, y ella posando sus labios sobre los míos suavemente, y sospecho, hasta ahora, que con cariño. Recuerdo que cuando salí de su hogar, pedaleaba sin entender nada. No podía excusarme. Si bien, ella me besó, yo lo recibí. Y minutos después yo la besé, y cuando decidí irme, nuevamente la saludé con un beso en la boca. No entendía mis reacciones. Por primera vez, no entendí mi propia mecánica. Sólo me dejé llevar por el impulso ¿Impulso? Eso fue lo primero que me planteé, definitivamente no fue un impulso. Lo hice con la mecánica de un tipo que repite ese acto, no sólo con esa chica, sino que con todas. No sé si empezó a ser un trauma, pero definitivamente, ese día hubo un quiebre en mi ser y la necesidad de buscar otra identificación que no sea la del loser. Ya no cabía esa posibilidad. 

La situación se da de esta manera. Yo voy a ver a esta chica porque repentinamente se enfermó, y acá debo decir; hay veces que peco de buenudo, casualmente, pequé de eso esa vez, una vez más. Entendía que la chica en cuestión era una ex compañera de colegio, que gracias a la maldición más grande, para los idiotas como yo, Facebook hizo que la encuentre nuevamente. Si no me fallan los tiempos, diez años pasaron desde la última vez que nos habíamos visto, y si no es así, está por ahí nomás. El tema es que, peco de buenudo, como dije anteriormente. Yo la volví a ver porque era una persona que no veía hace mucho, sean 10 u 8 años, sigue siendo un tiempo considerable. Lo que no consideré es que en esos años, yo cambié y ella también. La primera vez que nos encontramos sólo tomamos un café en un Mc de la zona. Hablamos de viejos recuerdos, de cosas que nos pasaron y a ambos nos tocaron en lo que fue nuestro colegio. Luego, no sé por qué razón, dejamos de vernos por casi un mes, o algo así, sin embargo al tiempo volvimos a encontrarnos. La diferencia es que no fue un lugar random, o neutro. Ella vino a casa. Tomamos unos mates, y sé, tomamos unos mates sin ninguna connotación sexual, y después nos colgamos a ver animé en mi cuarto. La pasamos, a mi parecer, genial. La acompañé a la parada a que se tome su bondi y nunca pensé que podía pasar nada. No pasó. Dos o tres días después volvió a mi casa. La diferencia fue que compartimos mi cama. Yo les cuento: soy un tipo que no tiene la necesidad de coger siempre que esté acostado. Soy lo que digo. Si yo invito a una persona a dormir la siesta, eso no incluye un wascazo en el ojo de la invitada, nada más lejano de la realidad. “Vení a dormir la siesta” significa eso; dormir la siesta. Estábamos acostados uno a lado del otro, pero yo no le toqué un pelo. No sé, no podía. Cuestión que tenía a una hermosa mujer en mi cama, jugando de palabra, y no moví un dedo para hacer algo. Estaba al lado de ella, pero no la toqué con mi cuerpo ni una sola vez. Detalle que ella se encargó de hacerme notar a la noche en el carachat, diciéndome: “La verdad que sos un diez. Me tuviste en tu cama lo más pancha y no me tocaste un pelo”. Un diez, para muchos de ustedes, un boludo. Lo admito. Por cierto, esta chica, no es una chica que uno dice que es “pasable”, mirando los estándares de los que hablé en un primer momento; se partía sola, por ende y simple deducción ¿Quién iba a pensar que iba a tenerla al tiro de garcharla? En fin, no pasó nada. 
Habrá pasado una semana, o una cosa así, que la volví a ver. La fui a visitar porque estaba enferma y me pidió que vaya, total, era como ver a cualquier otra amiga en esa situación. Estábamos en su cuarto y hablábamos de cosas boludas, como cualquier charla que puedo tener. En un momento, me muestra unos dibujos que hacía. Si hay algo que me di cuenta, es que talento no le faltaba para esto. Ella se puso al lado mío, pasaba de una hoja a la otra, mientras yo quedaba fascinado con los diseños e imaginaba los tatuajes que podía hacerme con ellos. De repente, el silencio inundó la habitación. Ella me miraba, y con este diálogo se termina de explicar la situación: 



-No me gusta que me miren fijo y mucho menos tan cerca.
-¿Querés que deje de mirarte? 
-Me ponés muy nervioso...
-¿Querés que deje de mirarte?


 

Suavemente apoyó sus manos en mi cara. La da vuelta y me da un sutil beso. Una vez más había pasado, pero esta vez el mundo se le cayó a pedazos. La concepción de loser había perdido fuerza, inclusive la concepción de "loser que le pone onda". Ya  no era eso. Ya no había necesidad de esforzarse por ninguna mujer, sin más estaba en sus brazos y besándome. No era un winner, pero definitivamente esto ya no era ser loser. La transformación estaba completa, pero ya no la quería. Anhelaba más que nada en el universo, ser el loser que todos habían conocido alguna vez. Ya no era diferente, era un "gato" más ¿Habría retorno de ese camino?Yo no creo que igual esa sea la pregunta indicada al malestar que siguió después de este beso. El malestar vino por otra cosa. Hace unos pocos meses, después de años de esperar, estaba con la chica que yo defino como “la chica de mis sueños”… 





No debería haber subido esta foto, precisamente. Ustedes no saben, yo no sé, listo.  Tudu bon, tudu legal. 




viernes, 7 de febrero de 2014

Fragmento 4: El amigo loser.


Si hay algo que hace un perdedor es rodearse de amigos, o compañeros momentáneos, que no son loser. Si miras bien, en un grupo de cuatro compañeros, siempre hay uno que destaca, pero no por sus dotes o habilidades, todo lo contrario, este que desencaja es porque precisamente ese es el perdedor que, a base de algunos esfuerzos, logra formar parte de un conjunto. Los esfuerzos son sabidos; este grupo que lo acompaña lo utiliza como el blanco de todas las burlas. No importa cual sea la situación, siempre el punto de las risas es el mismo, el más perdedor, el más inocente, el más callado, o el que se calienta y por este motivo es quien mas risa proporciona. Teniendo en cuenta esta descripción, siempre me juntaba con personas que no eran fracasados, como siempre me consideré yo, al contrario, me juntaba con el típico chabon que siempre tenía levante, que tenía la facilidad de la palabra y tenía una especie de aura que lo ilumina y hacía que todos lo demás lo noten. Un claro ejemplo de esto y de cómo me junté con este tipo de gente es un recuerdo que tengo de lo que fueron mis primeros años de adolescencia.

Tenía un amigo que era flaquito, bien parecido, de ojos claros y yo…. Bueno, yo ya lo dije, un gordito morocho que estaba atravesando los primeros años de la primavera de la vida. No encontraba un lugar en el mundo, a pesar de que aún ahora no lo encuentre, pero en esos años era peor, todos lo saben, todos lo pasamos. Sin embargo con ese chabon, que era más grande que yo, que apenas tenía unos trece años, encontré la primer escuela de filosofía de mi vida: Los redondos. Me hizo conocerlos y encontrar otro tipo de poesía. Sin embargo, este no es el tema principal. Este chico, Johnny, era todo lo opuesto a mi; tenía facha, chamuyo y esas cosas que hacen que un hombre tenga éxito con las mujeres, cosa que yo nunca tuve claro. Al día de hoy me considero un tipo que no tiene chamuyo. Empecé a juntarme con él, salíamos a andar en bici en busca de chicas que, sin mucho esfuerzo, él tenía cuando quería, mientras que yo, terminaba siendo un chaperón de segunda que miraba como él disfrutaba. De repente, como andaba para todos lados con este pibe, mis compañeros de colegio empezaron a preguntar quién era. Tengo la habilidad  de hacer que las personas que me rodean, sin que se conozcan, terminen llevándose de maravilla, entonces hice lo que mejor me sale, presentárselo a mis más allegados en ese momento. Lo que no consideré es que también se lo presenté a la chica que me gustaba. En fin, creo que no hace falta contar lo que sucedió, bueno… Ella se perdió en los ojos verdes de él. Una vez más confirmaba mi existencia de loser, pero creo que era la primera vez que iba a resistirme un poco a la idea de serlo. Esa chica me gustaba mucho, no podía dejar que Johnny se la ganara, la quería para mí. Entonces, de un momento a otro, deje de frecuentar su compañía. Me fui alejando de él y obviamente, armando mi juego para que esa chica fuera mía. Al tiempo lo logré, esta chica estaba conmigo. Mi primer resistencia a ser loser se había logrado, pero eso no iba a terminar. Con esta chica habré durado un año y medio mas o menos, después terminamos. Casi que diría que fue mi primer amor, sin ponerla, pero mi primer amor al fin.
Todo esto que resumí como mucho en setecientos caracteres, pasó entre fines de mi noveno grado y comienzos del segundo año de polimodal (sistema de mierda, en el cual usaron a mi generación como experimento que salió mal). De repente me encontraba en una selva en segundo año. Y volví a meterme en mi mismo. En el curso no era más que el centro de todas las burlas, como mi destino dictaba. Mis amigos del colegio habían elegido otra modalidad, mientras que yo elegí, muy al pedo, Economía. Me sentía como un intruso en el curso. Fue un año de mierda, donde definitivamente no encontraba un lugar en ese grupo, si bien eran, en su mayoría, compañeros desde primer grado, estaban en otra y yo… Bueno, era un mundo aparte lo mío. Imagínense que esperaba al recreo para ver a mis amigos de naturales y no estar en ese salón. Resumiendo segundo año de polimodal: una mierda. Rápidamente llegamos a tercero, momento en el que los planetas se alinearon y yo quise estar con mi curso y ellos me dieron una chance. Nuevamente, de un grupo de seis, era el más boludo, el más bardeado y el que más risa provocaba en cualquier momento. En cualquier momento no, cuando ellos querían reírse de algo. No teniendo chance, me sometí como un idiota. Pero de ese grupo de seis, había uno que se destacaba nuevamente y que era el que andaba conmigo para, casi, todos lados. “Casualmente”, era alguien totalmente opuesto a mi, nuevamente. Mientras yo no estuve con ninguna chica mas desde esa que les conté, el pibe este andaba con todas. Lo cual, yo festejaba. Me contaba sus proezas en la cama, mientras yo, como mucho había disfrutado de un pete que ni siquiera llego al final, y yo como un mono amaestrado, le festejaba todo. Una vez más, me puse en el lugar de loser y lo acepte como tal. Viví a la sombra de este pibe todo el último año del colegio. Por momentos lo odiaba, porque lastimaba a las minas con las que estaba(y muchas eran mis amigas), pero por el otro, era mister poronga para mi, un tipo del cual podía tomar nota y años después, o en ese momento, podía imitar y tener los mismos resultados. Nunca sucedió eso. No tengo la sangre tan fría como para cagar a alguien, o eso suponía. Finalmente, en los primeros meses de ese tercer año, me puse de novio con una chica del colegio un par de años más chica. 
Sin embargo, no me había dado cuenta de que realmente tomé nota de das sus actitudes. Sin ir más lejos, no llevaba un mes de novio con esta muchacha que le metí los cuernos. Pero lo mío no era poronguear de que la había cagado, sino que era con pretexto “bueno, si soy cornudo, yo la cagué primero”. Una especie de orgullo que al día de hoy, en otros aspectos, todavía  sufro.

Hay un montón de recuerdos de esa relación que, precisamente, no recuerdo, y otros que realmente decidí olvidar. El tema es que al haber habituado ese tipo de compañías, durante mi adolescencia, realmente fui tomando nota de lo que los chabones deslumbrantes hacían, y sin darme cuenta, fui haciendo un backup de todo eso, que luego iba a desembocar en lo que fue la confusión de mi vida en cuanto a pertenencia: ¿Soy un loser? 


Miniatura

lunes, 16 de diciembre de 2013

Fragmento 3: Aprendiendo a ser loser.

Hace poco, escuchando la radio, me enteré que Dee Dee Ramone, obviamente de The Ramones, se consideraba un loser. Es raro, pero de alguna forma, ese fue siempre el Ramone que me llamó más la atención. Siempre fue el más simpático, el que, siendo un punk iba con la contradicción de comprarse un rolex en el medio de una gira por España. Creo que con esto que me enteré, empezó a cerrar todo, por todos lados ¿Cómo no sentirme atraído por un loser, que a pesar de su fama, siempre se consideró loser? Este dato, lo pueden encontrar en su autobiografía “Poison heart: sorviving The Ramones”, un libro que todavía no tengo, pero que sin dudas está en mi lista de pendientes.
Si bien al principio dije que ser loser es casi una predisposición del destino, creo que también se aprende a ser loser. No porque uno lo elige, sino por lo que va aprendiendo uno en la casa. No soy un pibe que haya estado sometido a traumas que no puedo solucionar. Soy miembro de una familia de clase media baja, hijo de laburantes y hermano mayor de dos energúmenos que llevan su vida bastante al extremo, cuando quieren. El responsable de esto último, sin dudas soy yo. Soy, o debería ser, el “ejemplo”. Retomando, cuando digo que se aprende a ser loser por lo que uno vive en su casa, o por lo que recibe de la familia, me refiero al hecho de la educación. El estado de loser, se relaciona mucho con lo que es la sobreprotección que recibimos de nuestros padres. Al ser el primer hijo, estuve más que expuesto a esto. Cuidate de esto, cuidate de aquello, no hagas esto, no hagas aquello, esto te hace mal, esto otro también. No los culpo, mis viejos siempre quisieron darme lo mejor y quisieron transmitirme buenos valores y esas cosas, pero me sobreprotegieron mucho. Fue tanto, que sin mentirles, no salí a un boliche hasta los 16, eso fue un hito, porque luego a los 17 volvía quebrado de cualquier lugar al que vaya. Otro detalle para que entiendan la sobreprotección que tuve es que, antes de los 18, no fui a dormir a la casa de nadie. Y cuando digo “nadie” es NADIE. Todos mis compañeros de colegio se juntaban a estar toda la noche jugando al Need For Speed, o al truco en la computadora y yo no. Lloraba como un borrego siendo sacrificado, pero nada cambiaba esta situación, nada la cambió. Esto, creo que condiciona mucho lo que es la personalidad que uno va llevando, mucho más en la adolescencia. Siempre terminaba estando afuera de todo. Los demás se cagaban de risa de lo que hacían mientras estaban por la noche, y yo, me enteraba si alguno decidía contarme, porque si los pibes son crueles cuando son chicos, cuando van creciendo, aumenta un poco esta actitud. Un poco bastante. Otro ejemplo más; a eso de los 14 o 15, todos ya se creen grandes, por lo tanto, los padres que avalan esta situación les empiezan a hacer “jodas” para sus cumpleaños. En mi época todavía se llamaban asaltos. Estas jodas, obviamente, eran por la tarde noche y empezaban a pasar el límite de horario de protección al menor. Primero hasta las 22:30, después hasta las 23, y así sucesivamente hasta llegar hasta las 3 de la matina, más o menos. Sin embargo, cuando empezaron a hacerse las jodas más tardías, yo me iba, como mucho, a las 23:30. TODOS  se quedaban, menos yo. Yo tenía que irme temprano a dormir, era un chico bien. No me quedaba afuera de todo, pero me quedaba afuera de todo lo interesante, donde empiezan a transar todos, donde se van a los rincones oscuros de las casas a mandarse mano. Yo estaba parcialmente afuera, pero de la parte importante. Una vez más era el outsider del curso, o del grupo de amigos.
Si bien creo que condicionó mucho mi personalidad, al punto de considerarme un loser, mis viejos lo hacían por mi bien. Nuevamente no los culpo, pero de esta forma es como empezás a quedarte atrás de todo, empezás a ser un loser. Empecé a ser un loser.


lunes, 21 de octubre de 2013

Fragmento 2: Destinado a ser Loser.

  Desde que tengo uso pleno de mis facultades mentales, el destino fue un tema que me obsesionó. Recuerdo que en toda reunión de amigos terminábamos debatiendo sobre esta cuestión particular. Cuando la noche se ponía media aburrida había que sacar conversación después de contarnos nuestras cotidianidades  o nuestros problemas de amor, entonces era yo quien preguntaba cosas como: “¿Creen en Dios?” o sino salía con mi buen discurso político exponiendo por qué soy un antiperonista desde hace mucho años. La política no es algo que les interese mucho a mis amigos, así que de repente estaba monologando mientras ellos me miraban concentrados. Sí, adoro llamar la atención, me gusta ser el ombligo del mundo. Sin embargo mi monólogo terminaba poniéndose pesado hasta para mí. Ahí es cuando mi carta debajo de la manga era puesta en la mesa y sin más preguntaba: “Che ¿Creen en el destino?”. Sin más que esa simple pregunta nos colgábamos a hablar por horas. Exponíamos cada uno su perspectiva y yo de paso me nutría de los conocimientos que mis cofrades me transmitían. Es necesario decir que hasta hace poco, terminábamos hablando de eso. Ahora ya no tanto. 
  Siempre me negué a la idea de un tipo que moviendo sus dedos, tenga la capacidad de hacer que yo haga tal o cual cosa. Me molesta eso de no tener la mas mínima posibilidad de cambiar algo de lo que “ya está escrito” (maktub, de eso nos habló Paulo Cohelo en “El alquimista”). Si bien entiendo que últimamente tengo una vida bastante complicada es porque yo lo elijo así. El hecho de no poder elegir me resulta asfixiante, me desespera saber que hay cosas que no puedo controlar (sí, te estoy mostrando que soy muy manipulador, y a la vez un obsesivo de mierda) y esa idea de destino es mucho peor ¡No poder controlar MI vida! Obviamente se deduce que no creo en el destino, pero acá mi contradicción más grande: Nací destinado a ser un loser. 
  Ese pensamiento me es cruel hasta para mí, es mi propia crueldad enfrentándome. Pero si recopilo esas fotos de las que te hable por primera vez, decididamente iba a ser un loser. Te cuento: nací un 5 de junio, le rompí las bolas a mi vieja en la hora de la siesta, o una cosa así. Nunca me interesé por esos detalles que a otros los vuelve locos. Al empezar a llevarme al médico, mi madre descubre que era asmático. Los años pasaron y no sólo era asmático, también cieguito. Les pinto esta imagen: tenía tres años y ya andaba con unos anteojos en la cara ¡Tres años! Era un nene y tenía unos lentes más grandes que mi propia carita, lo bueno es que no era sólo anteojos, por suerte la naturaleza me dotó de una gran cabeza que hacía que los lentes no fueran tan grandes. Igual, eso no quitaba que cuando iba al jardín no pueda hacer nada. Tampoco me quedaba en un rincón por mis anteojos, pero tenía que jugar con cuidado de no romperlos, porque en esa época, los cristales eran de vidrio, ni existía los benditos orgánicos  Todavía me acuerdo que andaba con ese hilo de mierda que usan las viejas para que no se les caigan. Igual creo que resultaba tierno un nene con anteojos (dejen que me consuele solo). En fin, los años iban pasando y así mis patologías se iban descubriendo de a poco y adivinen… Sí, tenía pie plano. Zapatos especiales para Luciano. Vayan sumando. Más médicos, más cosas que se descubrían. Asmático, cieguito y con zapatos especiales. Pero no se terminó ahí. Nunca me voy a olvidar cuando fuimos al bendito doctor Tascini a que me haga las pruebas de alergia. Creo que no me ataron de pedo esa vez. Grité, pataleé, lloré, etc ¿Resultado? Alérgico a TODO. Al pelo de perro, al pelo de gato, a los ácaros, a los hongos, al polen, a los peluches… Todo lo que había en el mundo de un chico, bueno, todo eso, me hacía mal. No podía tocarlo, no podía respirarlo, no podía probarlo ¿Solución? Vacunas para Luciano. Todas las semanas, los viernes concretamente, iba a vacunarme. Rodolfo, el de la farmacia, pasó a ser un integrante más de la familia en esos años. Retomemos: Asmático, ciego, pies deformes y alérgico a un mundo… Ah, pará, también negro. Pero tengo que sumarle algo más para que la imagen mental se termine de formar en tu cerebro. Las vacunas que me daban estaban hechas a base de corticoides, es decir que me engordaban con cada postura. Hagamos de cuenta que me vacuné todas las semanas unos cinco años seguidos… Lo que terminó decantando de que a los 9 años sea una petaca de sesenta kilos. Asmático, ciego, pies deformes, alérgico, negro y gordo. La ecuación nos da como resultado tatán tatán ¡Un perfecto loser! Un loser hecho y derecho, con el que los chicos se entretuvieron todo lo que quisieron, porque no hay nada peor que tener todos los condimentos que te nombré y ser chico. Los chicos son la crueldad en estado puro. Se burlan, molestan y hacen que una persona, como yo, termine traumándose, en el mejor de los casos. Dentro de mi locura fui bastante coherente, sino debí haber dinamitado algún colegio hace rato. Bueno, la vida es larga y todavía estoy a tiempo (chiste). 
  Con todo eso, tengo que contradecir la idea que tengo sobre el destino y afirmar que estuve destinado a ser un loser, pero me interesa saber que dice el mundo de definiciones a cerca de los losers. Diccionario.

Loser: del inglés, perdedor.

Gran respuesta, diccionario. Busquemos perdedor. 

Perdedor: adj. Que pierde.

Me está ayudando mucho. Vamos a ver qué significa perder. 

Perder: Verse privado de algo que se poseía|| Desperdiciar o malgastar una cosa|| Ser vencido|| No conseguir lo que se espera, desea o ama|| Errar el camino|| Entregarse a los vicios|| Dejarse llevar por un arrebato.

  Creo que perder me dejó un concepto más cercano a lo que quiero llegar. En limpio, un loser/perdedor es un ser que (elección particular) no consigue lo que espera, entonces erra en el camino, se entrega a los vicios y cada tanto se deja llevar por los arrebatos. Eso es lo que dice el diccionario, o lo que hace que deduzcamos. Igual debo admitir que no tiene que ser tan macabro todo y terminar, de alguna forma, tan mal. Esa definición armada hasta me parece grotescamente graciosa.
  Un loser soy yo. Un loser es una persona que, por condicionamientos físicos que la sociedad impone, se ve en la situación de no poder conseguir lo que anhela. Los lineamientos que la sociedad traza son que si no sos rubio de ojos claros, flaco, con músculos marcados y que usa ropa de marca, sos de lo otro, de los que no logran sus sueños, o si los logran tienen un camino más empedrado para recorrer, un loser, básicamente.  
  Eso fui siempre yo, un tipo que a base de esfuerzo y voluntad, por no estar en los cánones sociales, consiguió lo que quería. Loser, pero con voluntad. Lo que no me hace ni mejor ni peor, pero lo que quiero lo tengo.
  Que bueno que me río de estas cosas ahora. 


Pd: Prometo cambiar el template, creo que fue una elección de mierda la que hice


jueves, 10 de octubre de 2013

Fragmento 1: Estilo Loser.

Cuando pienso en la definición de loser, se me  viene directamente a la cabeza mi propia foto. Una foto que no quedó en la historia como un momento en el que el tiempo se paró y fui loser por una simple época. Mejor dicho, me viene una secuencia de fotos, en las que cada año, a partir del jardín, se fueron sucediendo e hicieron que pasara de ser un niño loser, a ser un gran loser. El gran loser que escribe.
Siento que esta es la época de los losers, o que todos se consideran losers, hasta los más lindos, pero la patología de un loser, solo la conoce un loser. Como yo. Estoy viendo que el término “loser” se ha usado, en menos de veinte líneas, alrededor de diez veces, lo cual me parece mucho, pero es necesario reforzar que no estás en un blog de un ganador, que no estás leyendo la historia de un tipo que lo tuvo todo y se murió feliz. No, nunca serví para ese tipo de historias. Es más, me atrevo a decir que no he leído esas historias, eso sólo pasa en las telenovelas mexicanas. En todo caso ES EL BLOG DE UN LOSER ¿Cómo llegaste? No tengo idea, tal vez te recomendaron y te dijeron “Che, mirá esto, es como nos sentimos usualmente”, o “¿Sabés que leí un blog que me hace acordar mucho a vos? A como sos” y tarán, acá estas. No sé si para mirarte a un espejo y fundar tu propia identidad, diría en palabras más intelectuales el querido Lacan. O tal vez, querés reírte un poco de lo patética que es la vida de un loser. O tal vez tenés la curiosidad, como la tengo yo, de cómo el loser de repente se convirtió en una especie de Casanova y tuvo una crisis de identidad, no sabiendo si era mejor su vida de loser o si es mucho mejor el vacío que se siente coger sólo por el hecho de coger. Si, en un punto yo también tengo curiosidad de cómo va a transcurrir esto, al fin y al cabo, es en un punto mi vida. Mi vida con sus cosas buenas y malas, pero centrada en lo que es ser un loser. Ver cómo en un punto tu vida y la mía capaz tienen una conexión, en pensamientos, en sentimientos, en experiencias. 
Te diría, sinceramente, que no me interesás, pero si desperté tu interés por algo será y por lo tanto pertenecés al club. Ojo, repito, tal vez te querés cagar de la risa. Ok, si te cagás de la risa, definitivamente no me importás, es como se dice “gastar pólvora en chimango”, pero si sos del club creo que puedo decirte que esto es un viaje. Para mí es un viaje a mis paraísos y a la vez a mis infiernos, terminar de entender por qué estoy haciendo esto, por qué te cuento a vos, que no tengo ni puta idea de quién sos, una parte de mi vida, si no es toda. Es ahí donde no me importás .Esto para mí es una catarsis, es una forma de sacar mis demonios y tratar de transformarlos en algo bueno. Bah, mi intención es buena, si sale un monstruo, hice lo que mas pude. Pero a la vez pienso que sí, me importás. Me importás porque como te dije, es muy probable que en un mundo de losers, vos hayas pasado por lo mismo, y ahí capaz que te puedo dar una mano. Creo que lo bueno de lo que estoy escribiendo, es eso, que tal vez te dé una mano. 
Probablemente mi proyecto, que es esto, no tenga una regularidad. Probablemente no, NO VA A TENER UNA REGULARIDAD. Lo que sí va a tener son tormentas. Tormentas en las que me voy a ir por las ramas, otras que serán tormentas nostálgicas y otras tormentas que desatarán una especie de furia. Pero tranquilo/a, no vas a estar expuesto, lo voy a sufrir solo yo, para sacar toda del sistema. 
Por otro lado, tenés que tener en cuenta que lo que vas a leer, yo creo que es de un loco, o algo así. Igual, considero que si seguís leyendo hasta ahora, vos tampoco estás muy bien de la cabeza. Man, hay una vida, no tenés que encerrarte a leer esto. Bueno, está bien ¡Te ordeno que leas! (?) Nah, hacé lo que quieras. 
Tenía pensado empezar a contarte lo que es un loser, por definición y esas cuestiones formales. Pero acabo de decidir que no. Requiere un buen tiempo esto. Requiere principalmente que duerma y acomode bien esto que está empezando a ser una realidad. Por lo tanto, lo único que voy a hacer hoy, es darte la bienvenida a este viaje que, si querés, vas a recorrer conmigo. Seguramente me vas a odiar, me vas a querer, vas a decir “qué tipo boludo”, o dirás “es como yo”, realmente, no lo sé. Queda a tu riesgo acompañarme, en una de esas el diablo nos lleva para el mismo lado…